Licor de
Absenta

La absenta tiene mucho de antro parisino, del aroma portuario de Marsella. La voz, a veces límpida, a veces rota de Edith Piaf se eleva de entre los ruidos de trifulcas de bar, tintineos de copas y crepitar dulce de acordeón para decirnos bien claro: non je ne regriette rien.
Pero Francia no es solamente Edith, también es ese inimitable swing que derramaba la guitarra de Reinhardt, esa voz de lentejuelas de Joséphine y las decenas de bandas que animaban aquellos felices años de entreguerras, años de pastis, de nube dulce, turbia y blanca de pastis.